domingo, 15 de noviembre de 2015

Recorrido por las huellas del pasado en Berlín

Sigo mi paseo por Berlín en busca de las huellas del pasado. Porque insisto, pasear por Berlín es acceder a una clase magistral sobre la historia del siglo XX. Aunque en los últimas décadas se ha calmado el dolor de la separación, cabe recordar que la cirugía que ha sufrido la ciudad no ha podido acabar con las cicatrices del pasado reciente.
Por ejem­plo, en Alexander Platz, uno de los iconos del mítico Berlín Este. Visita imprescindible donde se mantiene la sensación de haber viajado en el tiempo. Es buen lugar donde contemplar la estética de aquellos edificios originarios de la vieja RDA. Y sigue siendo  una plaza por donde deambulan personajes dignos de un pasado lejano, gentes de las que parece sólo quedan en Berlín.
Si lo que quieres es ver de cerca los restos del muro, hay varias opcio­nes. El tramo más grande está en East Side Gallery, más de un kiló­metro de hormigón que con el paso del tiempo ha perdido su connota­ción dramática para convertirse en una gran galería de arte al aire libre. Y que presume por ser uno de los “monumentos” mas visitados de Berlín. 
También hay restos de muro en el lateral del viejo cuartel general de las SS y la Gestapo,donde se exhibe una exposición titulada "topografía del terror"dedicada a los horrores cometidos en este lugar donde fueron torturadas cerca de 15000 personas durante los años del gobierno nazi.

Nacionalsocialismo y comunismo, dos regímenes ene­migos que en Berlín se han visto obligados a convivir y a compartir su trágico pasado.
Cerca del cuartel general de la Gestapo está Checkpoint Charlie, el puesto fronterizo que separaba el sector americano del soviético y por el que sólo podían pasar los extranjeros y diplomáticos.
Sin embargo, donde antes había amenazadores militares que regis­traban con lupa la documentación y las pertenencias de todos quienes querían cruzar aquella frontera de hormigón y alambradas ahora hay colas para hacerse fotos con un actor que posa con la bandera de EE.UU. en sus manos. La caseta es la misma. El cartel que anuncia que pasado ese punto el viajero entrará en la zona americana es el original pero ahora los únicos disparos que se oyen salen de las cámaras de fotos y son los teléfonos móviles los que lanzan “selfies” sin parar. 
A pocos metros de Checkpoint Charlie está el Museo del Muro. Donde se repasa la historia de Alemania desde aquel 13 de agosto de 1961, cuando se levan­tó, en una sola noche, una muralla de hormigón de 44 kilómetros que dividió Berlín hasta que cayó un 9 de noviembre de 1989.
Entre las muchas curiosidades, destaca la parte dedicada a las distintas formas clandestinas de cruzar el muro ideadas por los miles de ciu­dadanos de la RDA que intentaron escapar: ocultos en los maleteros de los coches, en maletas, en globo la frontera, cruzando ríos a nado, o cavando túneles para “pasar al otro lado”, casi todos escavados desde el oeste por personas que habían logrado salir de la RDA. También se recuerda que más de doscientas personas fueron asesinadas al in­tentar cruzar.
Otro museo interesante (y menos denso) es el la DDR. Buen lugar para ver cómo era la estética de las casas, las calles y los objetos cotidianos y ¡el día a día! … en los años del dominio soviético. Aquí puedes desde entrar, literalmente, en una casa tipo de cualquier lugar de Alemania del Este hasta subirte a un Trabant, el único auto­móvil al que podían optar los ciuda­danos de la vieja RDA (República Democrática de Alemania).
Y para dormir, vale, la oferta hotelera de la ciudad es muy grande. Pero si haya un ho­tel aún mítico para los amantes de los términos este y oeste, ese el hotel Park-Inn, ubicado en Alexander Platz, en el corazón del viejo Berlín Este, a cinco minutos del Unter der Linden, la principal avenida y frente a la famosa torre de la televisión. Es este uno de los pocos que ya existían como tal antes de la caída del muro, aunque actual­mente está totalmente reformado y las habitaciones son modernas, con unas vistas espectaculares sobre la ciudad. A pesar de la rehabilitación, conserva un encanto digno de otra época que lo convierte en un hotel distinto.
¿Y  tú, que rincones con peso histórico nos recomiendas visitar en Berlín?

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